Como entrenador, me toca ver muchas metas cruzadas. Algunas eufóricas. Otras con lágrimas. Muchas con los brazos al cielo, como queriendo atrapar algo que no se ve pero se siente. Y lo curioso es que el podio, ese lugar que muchos imaginan como la meta final… casi nunca es lo que más recordamos.
Porque correr una carrera es, muchas veces, un resumen en miniatura de lo que vivimos fuera del circuito: preparación, dudas, días buenos, días de bajón, estrategias, adaptación, frustración, pequeños logros, y esa parte final donde hay que apretar los dientes… aunque no sepamos muy bien de dónde sacar fuerzas.
📌 Entrenar para algo te enseña a vivir con propósito
Una de las primeras cosas que intento transmitir en cada planificación es que no corremos por correr. Corremos con intención. Y esa intención —mejorar un tiempo, terminar una distancia, ganarle al miedo, cumplir una promesa— es lo que da sentido al entrenamiento.
Cuando te preparas para una carrera, aprendes sobre enfoque, sobre estructura. Empezás a organizar tu semana en función de algo que te importa. Y ese hábito de priorizar lo que te hace bien, no se queda en las zapatillas. Se contagia a tu vida entera.
🧠 La gestión mental vale más que el cronómetro
Uno de los errores más comunes es pensar que el único parámetro de éxito en una carrera es el tiempo que marca el reloj al final. Pero ¿qué hay del tiempo que pasaste gestionando tu cabeza durante la carrera?
El kilometraje mental que acumulas en una competición es incalculable. Te encontrás con pensamientos limitantes, con ansiedad, con el famoso “no llego”… y en ese momento, si lográs regular tu respiración, ajustar tu ritmo, y decirte internamente seguí, un poco más, estás ganando. Aunque no estés en el podio, estás desarrollando una de las habilidades más valiosas del corredor: la resiliencia aplicada en movimiento.
📉 Cuando no sale como esperabas… igual sumás
No todas las carreras salen como soñamos. A veces fallamos con la hidratación. A veces nos equivocamos en el ritmo. Y está bien. Porque el aprendizaje no ocurre sólo cuando ganas. Ocurre sobre todo cuando evaluás con honestidad.
Por eso, siempre recomiendo hacer un pequeño análisis post-carrera:
- ¿Cómo estuvo mi estrategia de ritmo?
- ¿Corrí cómo entrené?
- ¿Cómo llevé la hidratación/nutrición?
- ¿Cómo respondí ante lo imprevisto?
Ese análisis —sin machacarte, sin dramatizar— es lo que te convierte en un corredor más inteligente. Porque el running no es sólo físico: es técnica, cabeza y autoconocimiento.
❤️ El podio invisible: lo que te queda adentro
Hay un podio que no se sube, pero que queda para siempre: el de lo vivido, lo aprendido y lo transformado.
Quizá esa carrera fue la primera vez que saliste de tu zona de confort.
Quizá fue la excusa para animarte a entrenar con regularidad.
O tal vez fue el día en que demostraste que podías más de lo que creías.
Esas victorias, aunque no vengan con medalla, pesan más que muchos trofeos. Porque son tuyas. Y se notan en cómo corrés, pero también en cómo caminás por la vida después.
No subestimes una carrera solo porque no estuviste entre los primeros. Subí a tu propio podio, el que construiste con cada madrugada de entrenamiento, con cada salida donde venciste la pereza, con cada vez que apostaste por vos.
Eso, créeme, vale mucho más que los resultados oficiales.
Nos vemos en la próxima línea de salida. Y en cada paso antes de llegar a ella.
— Coach Nico nicokierde.com 🏃🏻♂️🔥