Creo que este tema merece varias entradas, porque sin motivación se acaba el corredor. Correr es mucho más que un deporte; es una pasión, una forma de vida que nos da energía y propósito. Cada uno de nosotros tiene sus propias razones para atarse las zapatillas, salir a entrenar y llegar a la línea de salida con un dorsal en el pecho. Pero, ¿cómo mantenemos viva esa motivación? Y más importante, ¿cómo encontramos el equilibrio para que cada carrera siga siendo especial?

¿Por qué correr tantas carreras al año?

Para muchos, las carreras son mucho más que simples eventos. Son momentos donde celebramos todo el esfuerzo que pusimos entrenando, donde vivimos la emoción de compartir kilómetros con otros y sentimos la magia de cruzar la meta.

Algunos corremos porque queremos mejorar nuestras marcas, otros porque queremos disfrutar del ambiente único de cada carrera. A veces, simplemente buscamos un motivo para seguir adelante, para tener un objetivo que nos mantenga activos y motivados.

Y, claro, no podemos negar que cada carrera es una pequeña aventura. Viajar a nuevos lugares, descubrir paisajes increíbles y compartir la experiencia con amigos son parte de lo que hace que valga la pena.

Cuando competir demasiado apaga la chispa

Pero también es cierto que, si no tenemos cuidado, podemos caer en la trampa de querer estar en todas las carreras. Al final, correr debería ser un placer, no una obligación. Si nos inscribimos en demasiadas competiciones, corremos el riesgo de que la emoción de ponernos un dorsal se convierta en algo rutinario.

Correr sin descanso puede desgastarnos, tanto física como mentalmente. Y lo peor es que, a veces, ni siquiera nos damos cuenta hasta que la chispa empieza a apagarse.

El secreto está en elegir bien

Aquí es donde entra la importancia de encontrar un equilibrio. No se trata de correr más, sino de correr mejor. Elegir con cuidado las carreras que realmente nos motivan hace que cada dorsal tenga un significado especial.

  • Piensa en lo que realmente te mueve: ¿Es superar tu mejor tiempo? ¿Correr en un lugar especial? ¿O simplemente disfrutar del ambiente?
  • Date tiempo para disfrutar del proceso: Los entrenamientos también son parte de la experiencia. Si corremos sin pausa, podemos perder esa conexión con el camino.
  • Menos puede ser más: Cuando corremos menos carreras, cada una se vive con más intensidad.

Correr con el corazón

Lo bonito del running es que no hay una fórmula perfecta. Cada uno tiene su propio ritmo, sus objetivos y su manera de disfrutarlo. Pero hay algo que no cambia: correr siempre debería ser una fuente de alegría.

Así que, antes de inscribirte en tu próxima carrera, pregúntate: ¿qué significa para mí este dorsal? Si la respuesta te emociona, entonces adelante. Si no, quizá sea el momento de darte una pausa y reconectar con lo que realmente te mueve.

Recuerda, no se trata de cuántas carreras corremos al año, sino de las historias que vivimos en cada una. Porque al final, eso es lo que nos llevamos: momentos que nos hacen sentir vivos y orgullosos de ser corredores. 🏃‍♂️❤️